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Intensificar la producción de alimentos, intensificar la vida. ¿Eso nos hace vivir mejor?

Por María Andrés

Cuando naces en una época, en un momento concreto, la vida está organizada de un modo que asumimos como “normal” y que entendemos nos hace estar mejor que antes…

Solo hace falta tomar un poco de perspectiva para darse cuenta que quizá, hay  cosas que no se han hecho para mejorar la vida de la sociedad; pero para eso tienes que haber cumplido unos años y haber vivido los procesos de transformación en los que estamos inmersas. Tal como sostiene Yayo Herrero, el actual modelo capitalista se construye sobre la extracción de materias primas, la generación de residuos y la alteración de los ciclos naturales. Todo lo anterior acompañado de la explotación de trabajadores y trabajadoras y la sobreexplotación del trabajo de las mujeres que asumen casi en solitario el trabajo reproductivo, invisibilizado y desvalorizado, sin el cual la vida no sería posible.

Y es en este punto en el que vuelvo a la producción ganadera. De unos años a esta parte, el paisaje de la producción ganadera está cambiando de una forma bastante alarmante.  Girar hacia una producción intensiva de carne, solamente obedece a la mercantilización de algo tan básico como es la alimentación, y dando una vuelta de tuerca más, con un aumento del sufrimiento animal, una sobreexplotación de los recursos hídricos, la contaminación de tierras y aguas y unas condiciones laborales penosas.

Os propongo una pequeña reflexión al respecto: ¿De verdad compensa vivir de forma atropellada, rodeadas de riesgos en nuestros puestos de trabajo, pagar constantemente terapias de todo tipo que nos ayuden a llevar la presión, y no paramos a pensar si las cosas tienen que ser así y por qué?¿De verdad asumimos que todo es negocio? ¿De verdad los raros y raras somos los pastores y las pastoras?

Y aquí, hemos de pararnos de nuevo y ver cómo podemos hacer entender algo muy básico… La mayor parte de la sociedad ha perdido sus raíces. Hay una gran desconexión entre saber qué es lo que hace posible que una parte de la sociedad viva así y con qué fin se hace. Basta con mirar la sociedad en la que vivimos, en un mundo en el que todo es un negocio (para unos pocos) y en el que cada vez más rápido, nos vamos alejando y desconectando de las personas a las que no consideramos nuestras iguales, hasta el punto de hacerlas desaparecer en nuestro imaginario.

Por último pero no por ello menos importante, debemos de tener claro que las personas somos seres vivos y nos guste o no, estamos conectadas a la tierra, a sus flujos, a la dinámica de los ecosistemas…. La opción guiada hacia la que se nos empuja a la mayoría, pretende desvincularse de ella, no depender nada más que de nosotras mismas y de la extracción y generación de residuos y esto se traduce en personas más tristes y lo peor de todo, sin saber por qué.

¿Es necesaria la ganadería industrial?

Hay  mucho escrito sobre la ganadería industrial y las consecuencias para el medio ambiente, el consumo de recursos y, el bienestar animal. Pero, normalmente queda sin tratar un factor muy importante como es  la situación de las personas que trabajan alrededor de todo este agronegocio.

Se habla de condiciones laborales, pero sobre todo referidas a la parte económica. Es importante, como apuntaba unas líneas más arriba en los puntos a reflexionar, que hablemos de cosas más importantes que el dinero; las peores consecuencias para las trabajadoras y los trabajadores del sector cárnico industrial, tienen que ver con la salud laboral en sus puestos de trabajo.

Las condiciones de trabajo que se generan en un sector en auge como es este, son penosas, precarias y tóxicas en muchos casos. Sí, hablamos de problemas de salud reales, que son consecuencia de apostar por modelos productivos piramidales, en los cuales, quien sostiene la pirámide tiene unas condiciones laborales que podríamos definir como “no deseables para nuestras hijas e hijos”. Pues bien, en este tipo de puestos de trabajo, trabajan muchos miles de personas, y, por hacer otro apunte importante, muchos de estos sectores están feminizados. Trabajos a destajo, riesgos posturales, trastorno músculo esqueléticos,  exposición a contaminantes químicos y biológicos, riesgos para el embarazo que se traducen en abortos, cáncer, depresiones, hernias, etc, y todo esto con muchos problemas para poder ser atendidos y tratados como debiera.

Las cuestiones que afectan  a nuestra salud y que tienen su origen en nuestro trabajo, forman parte del ámbito de la Salud Laboral, una disciplina profesional que envuelve desde la prevención de los riesgos en nuestros puestos de trabajo hasta el diagnóstico y tratamiento de accidentes laborales y de enfermedades profesionales. Todo ello debe ser desarrollado con rigurosos seguimientos pues la finalidad de todo esto es proteger nuestra salud en el ámbito laboral. Cualquier gestión relacionada con la vigilancia de salud en el trabajo desde el punto de vista sintomático debe ser tratado como contingencias profesionales (porque ocurre en el ámbito profesional o laboral), para ello se destina dinero a las mutuas. Por desgracia no ocurre así y en una gran mayoría de casos es el Sistema Público de Salud quien asiste a muchas trabajadoras y trabajadores por dolencias que provienen de su puesto de trabajo,  las aseguradoras se benefician y enmascaran a las empresas que presumen de no tener accidentes laborales. ¿Trabajando así, vivimos mejor o lo hacemos porque no vemos otra salida?


Fuente.

Especular con la alimentación debería ser una línea roja.

La apuesta por la ganadería intensiva, no es sino seguir apostando por una burbuja que enriquece los bolsillos de unos pocos, su actual  finalidad es exportar carne para hacer dinero, como antes se hacía con la construcción, forzando un cambio de modelos de consumo en la sociedad. Ahora el objetivo es China, luego ya se verá… -la burbuja explotará y entre todas rescataremos al sector de la ganadería industrial-, y desde luego no importa la destrucción que se genera, dónde y cómo lo hace. Detrás de todo esto solo hay “euros”, no hay derecho a una alimentación saludable, derechos laborales, bienestar animal, derechos del medio ambiente y derechos de las campesinas y los campesinos. Para muestra la vergonzosa abstención de nuestro país en la votación de estos derechos en la asamblea de Naciones Unidas

Es el modelo de desarrollo económico el que invisibiliza a la ganadería extensiva.

Las consecuencias que la apuesta sobre la ganadería industrial ha tenido sobre el medio rural y más concretamente sobre la ganadería extensiva, han sido y están siendo devastadoras:  La desaparición de mataderos municipales y de pequeños mataderos, las dificultades para desarrollar pequeñas queserías de campo y artesanas, que ha hecho que desaparezcan muchas ganaderías extensivas, pequeñas carnicerías que tenían contacto directo con producción y consumo y donde se cuidaban las relaciones, porque todas se necesitaban para vivir. Todo esto ya existía. Ahora reinventamos, algo que tenemos que agradecer a la gente que ha sabido trabajar para generarnos esas bolas de oxígeno que nos han permitido seguir existiendo. Pero no debemos olvidar que todo esto ya existía, ha desaparecido y ahora lo tenemos que reinventar. No por ser unas románticas, sino porque había, como dice Eduardo Galeano, “mucha gente pequeña, haciendo cosas pequeñas”, cuidando la vida. Y esa gente que sigue con las manos en la tierra, es la que mantiene conectadas nuestras raíces.


Fuente

Deberíamos juntar lo mejor de cada tiempo y seguir construyendo un espacio donde lo importante pueda seguir siendo importante. Quizá nos merezca la pena plantearnos un 2019 más cerca de nuestras raíces…

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1 comentario

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